Marisol Gómez Giraldo
30 Abril 2024

Marisol Gómez Giraldo

Presidente Petro, no sea complaciente con AMLO

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De muy poco nos sirve a los colombianos la amable relación que tienen el presidente Gustavo Petro y su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), si ese amistoso trato no incide para nada en, tan siquiera, disminuir la creciente hostilidad de las autoridades migratorias de México con nuestros nacionales.

El número de turistas colombianos rechazados, y en muchos casos ultrajados en aeropuertos de México, ha ido en ascenso. Durante el primer trimestre de este año, los agentes migratorios mexicanos “inadmitieron” a 13.389 turistas colombianos. O sea,152 al día en promedio. 

La cifra es superior en 39 por ciento a la del mismo periodo de 2023 y en 79 por ciento a la del primer trimestre de 2022, según cifras del Gobierno colombiano.

Hoy por hoy, los colombianos son la nacionalidad de más “inadmitidos” en México.   

El rechazo ha crecido, a pesar de que la mayoría de “inadmitidos” llevaban todos sus papeles en regla. Los colombianos no requieren visa para ingresar a México, solo deben llenar previamente un formato migratorio en línea y acreditar que tienen su pasaje de regreso y un lugar para hospedarse. 

El estigma en el que funcionarios del Instituto Nacional de Migración (INM) de México han convertido la nacionalidad colombiana, los ha llevado a devolver desde sus aeropuertos a familias enteras que ahorraron con sacrificios para unas vacaciones en ese país. México es uno de los destinos turísticos preferidos por nuestros nacionales, por su riqueza cultural y por la conexión que se da entre los dos países a través de la música, la literatura y el arte.

Después de los estadounidenses y los canadienses, los colombianos son los turistas que más visitan a México. El año pasado, viajaron a ese país 735.177 nacionales. Es decir, más de 2.000 cada día. 

Mientras los datos demuestran con claridad el prejuicio de la Migración mexicana contra los colombianos, y los testimonios en redes sociales confirman también abusos, como el despojo de celulares y la incomunicación hasta por varios días, el presidente Petro guarda un desconcertante silencio.
  
El mandatario parece no haber encontrado las palabras para pedirle a su colega AMLO que tome medidas para evitar los abusos que cometen contra colombianos sus funcionarios de Migración. Y el presidente mexicano entonces no hace nada.

Mientras tanto, Petro fue el primer mandatario de la región en llamar a una reunión de la OEA y de la Celac para que estos organismos sentaran una posición sobre la también desconcertante invasión de la Policía ecuatoriana a la embajada de México en Quito, ocurrida el pasado 5 de abril. 

Es cierto que hay nacionales nuestros que se embarcan en supuestos planes turísticos a destinos mexicanos como Cancún para, una vez ahí, cruzar ilegalmente a Estados Unidos por el río Bravo. 

También es cierto que los carteles del narcotráfico mexicanos han logrado atraer a ese país a decenas de exmilitares colombianos entrenados en distintos tipos de especialidades de combate -también a exguerrilleros-, para embarcarlos en las guerras entre grupos criminales de ese país, con la promesa, a veces incumplida, de altos salarios, como lo revelaron recientemente la revista CAMBIO y la revista Proceso -de México- en un informe simultáneo.

Si bien esa es una preocupante realidad de la que deben ocuparse los gobiernos colombiano y mexicano, no puede convertirse en un nuevo estigma sobre nuestros nacionales. 

También hay que llamar la atención sobre actos de corrupción de agentes de migración mexicanos que son investigados por la Fiscalía de ese país, mientras que, paradójicamente, muchos de ellos cometen arbitrariedades contra turistas colombianos que cumplen con los requisitos para entrar a México.

Más allá de la necesidad política del actual gobierno mexicano de mostrarse ante Estados Unidos como un eficiente filtro de migrantes que intentan entrar a ese país usando a México como puente, y de la sintonía y solidaridad de Petro con AMLO en este frente, está su obligación de defender a los colombianos de malos tratos.

Para el nivel que han alcanzado las hostilidades de las autoridades migratorias de México, es insuficiente que Petro deje el tema en manos de la Embajada de Colombia en ese país.
 

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